miércoles, 13 de enero de 2016

BANDERA

Necesitamos cuerpos
muertos
aplastados
en el piso
ensangrentados.
Queremos carne fresca
para izar en el mástil.
Ya no importa la bandera
si no está bañada en sangre.

Ya no luchamos por un sol,
por un cielo,
celeste y blanco
iluminado.
No nos importa la bandera.

Ya no estamos unidos
si no hay guerra,
si no hay balas en el aire,
si no hay palos,
si no hay golpes,
si no hay camiones
hidrantes.

Porque la decadencia
lenta
imperceptible
constante
y suavemente destructiva
no nos moviliza.
Es más fácil
es mucho más fácil
soportar
el dolor
cuando va destruyendo el corazón
por dentro
sin manchar de sangre
las manos,
las calles.

Por eso
no nos des
ni a mí,
ni a nadie,
una bandera
limpia
blanca
ondulante contra un cielo despejado
porque preferimos mirar televisión
puertas adentro.

Danos un cuerpo
gordo
lastimado.
No importa si no está muerto,
tenemos un palo
con punta
para levantarlo bien alto
y salir a gritar
hasta que se pudra.

Hasta que se pudra.
Para
- al fin -
tirarlo al río.

Porque el olor a podrido no nos gusta.

Y luego
volver
cada uno a su casa
a descansar oliendo
el aroma a suavizante
de las sábanas.

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