lunes, 7 de febrero de 2011

interrupciones difusas

La cuestión es que estaba en la plaza leyendo,
leyendo estaba yo en la plaza,
la plaza estaba en donde yo me dispuse a leer,
leía mientras estaba yo en la plaza,
la plaza me leía mientras yo estaba en el libro,
el libro leía a la plaza mientras yo estaba.
Plazeaba en el libro estando en la lectura,
libreaba la plaza en la lectura que estaba,
estaba en la plaza mientras leía,
la plaza me leía en el libro que estaba,
el libro estaba en mí cuando la plaza leía,
la plaza estaba en el libro que estaba leyendo,
el libro estaba leído mientras yo plazeaba,
leía la plaza mientras el libro estaba,
el libro leía mientras estaba en la plaza...
no se ya muy bien qué hacía yo cuando vos llegaste y me alegraste el día.

sábado, 5 de febrero de 2011

viejo recuento

Se relajaba un poco en la silla mientras pensaba en su situación. Había tenido un día largo, bueno, pero bastante activo, la noche hacía rato que la había sorprendido entre sus idas y venidas, y sólo habíase sentado frente a su computadora con la excusa de leer nuevas noticias y buscar algunas informaciones realmente irrelevantes. Y entre todos esos ecos del día le daba vueltas en su cabeza una nueva rareza. Había alguien en la red que le había quitado el sueño. A pesar de su consciente realidad y su necesidad por descansar para poder tener un día siguiente (viernes) provechoso al máximo, no lograba desconectarse esperando los mensajes de este hombre, que le había robado la rutina. Lo que le llamaba mucho la atención es la forma extraña en que lograba atraparla, pues no utilizaba los métodos tradicionales de diálogo a través del chat, sino que entablaban una serie de mensaje-respuesta por el correo, y proponiéndole escribir un cuento entre los dos. Ella, no pudo decir que no, y comenzó. Pero también quiso aportar su cuota de estilo a la noche y comenzó a escribir un cuento paralelo al que ambos redactaban, donde volcaba la historia de la noche de su lado. Sus sentimientos, sus ideas y su creatividad para alterar la historia un poco aparecían en el cuento. Le dolía la espalda y no estaba segura de seguir esperando otro mensaje. Pero evadía la decisión buscando más y más información inútil.

Y así llegaba otro correo. Sonrisa en su rostro, y continuar su cuento entreleyendo el mensaje, tres ventanas en la pantalla se alternaban: Kundera, Google, y la continuación del cuento. Las ideas empezaban a tomar forma, y parecía que el cuento empezaba a tener un rumbo casualmente de los que ella suele apreciar. Entonces ahora la indecisión aumentaba más, ya que el reloj cada vez presionaba más por abandonar el momento y reinsertarse a la sucesión de días en los cuales debía mantener el orden de sus actividades para evitar inconvenientes.

Pero se dio cuenta de que cada vez más le estaba gustando escribir ambos cuentos, sobre todo el de ella.

Su gato se sumó a la vigilia, aportando creatividad al entorno, ahora parecía todo abocarse a la inspiración.

La habitación donde se encontraba tenía una luz amarilla, totalmente solitaria, con su gato al lado, con la música que la lluvia de la noche le ofrecía, y un frío en el cuerpo que la hacía sentir bien (pues encontraba algo de placer en sentir frío).

Entonces completó un poco su cuento, cambió la ventanita, se detuvo en el navegador para buscar un poco sobre Rulfo, luego agregó un toque más de ella al cuento compartido y se despidió de él.

Pensó en enviarle lo que ella había escrito aparte, pero luego se inhibió, y reconociendo su extraño amor por él, lo guardó por si existiera alguna vez que pudiera regalárselo. Y sin releer ni esperar respuesta alguna de su compañero, eligió dormir.