sábado, 30 de enero de 2010

test


Me pregunto
qué verá Rorschach en mí.
¿Por qué yo me siento como una mancha de tinta del test de Rorschach,
por qué lo primero que leo sobre esas manchas es que "
se caracterizan por su ambigüedad y falta de estructuración"?

jueves, 21 de enero de 2010

realidad

Esto es lo que pasa, a veces el maravilloso mundo se vuelve un poco más confuso y difícil de comprender, agarrándonos para la joda.

martes, 19 de enero de 2010

lluvia


Pasa que los días de lluvia como hoy
me olvido el paraguas y me empapo de nostalgia,
después me acerco a la ventana queriendo verte pasar
y lo único que veo es
el reflejo humedecido de mi cara triste y solitaria...

martes, 12 de enero de 2010

Diálogo en otro lado

- Buenos días
Las dos palabras retumbaron sorpresivamente en los oídos de la chica.
- Ho..hola. - Le costó hablar después de tanto tiempo de silencio y en un momento en el que no esperaba tener que hacerlo.
- ¿Qué haces por aquí?
La chica seguía sin poder quitar del todo su cara de asombro. No esperaba encontrarse un ave, mucho menos un ave que hable. Comenzó a sospechar que podrían haber sido las horas de sol constante y fuerte sobre su cabeza. De todos modos eso no le pareció motivo para no responder.
- Es una pregunta muy simple pero que todavía no creo poder responder. Es posible que la respuesta a esa pregunta sea lo que estoy buscando por aquí.
El cóndor puso cara de confusión.
- … No importa. ¿Tú qué haces por aquí? Se supone que aves como vos deben estar volando más alto, por allí.
Azul señala con su dedo índice hacia la punta del Cerro Del Plata y mira al cóndor con los ojos bien abiertos, como buscando aprobación o una buena explicación por haber dicho algo erróneo. El cóndor le devuelve la mirada inquisidora:
- ¿No deberías estar tú por allí?
La contestación surge inmediata como si ella hubiese estado esperando esa pregunta.
- mmmsí... por allí he andado. Es un camino maravilloso, no lo voy a negar. Y el desafío de llegar a una cumbre tan imponente... muy tentador. Cuando subes por esos senderos descubres que es una pasarela hacia el podio, que si decides subir, los escalones se levantan delante de tus pies y el público te mira emocionado, con las cámaras fotográficas listas y las manos dispuestas a aplaudir. Todos aclaman, todos están contentos porque saben que allá (donde apuntan los dedos) probablemente vas a llegar. Entonces pisas, primero un pie, el otro, un pie, el otro, un pie, el otro, un pie... Fácil, si no piensas y simplemente avanzas. Te entregas al sencillo acto de disfrutar el mundo que se despliega a tu alrededor. Aquietas la mente, silencias cualquier pensamiento que pueda confundirte. Te evades para poder subir. Cosa que no es del todo mala. Por allí se aprenden muchas cosas. Descubres principalmente que no estás solo, que el sendero es único y la cima te espera, que si abres los oídos el mundo tiene muchas cosas que contarte... que la gente sencillamente quiere ser feliz y verte por ahí es una razón más que suficiente. (¡Y eso contagia!) ... en fin, aprendes posiblemente muchas otras cosas. Y así sigues el camino, el camino marcado. El sendero que te lleva hacia donde tienes que ir.
Azul hace una pausa, un silencio para respirar, como si diera vuelta la hoja de un libro que ella misma escribió y ahora relee sabiendo lo que va a venir.
- ...y no digo que eso sea malo. Al contrario, se que por ese camino uno se llena de energía y se encuentra siendo parte del mundo, se halla en armonía. Sin dudas que eso es algo fundamental para el alma... y el alma es algo fundamental para uno.
El cóndor asiente con la cabeza, mira la alta cumbre, mira hacia el camino, vuelve a mirarla a ella. Ella inconscientemente copia el movimiento, sonríe. Vuelve a hablar.
- Sin embargo, a veces el alma necesita dejar de ser fundamento. Quiere volverse ser humano y amiga fiel de uno mismo, no motor sino compañera. Tarea dificilísima, claro, porque cuando el alma toma esta actitud es cuando uno comienza sentirse extrañamente sólo, a uno le asalta una inmensa y punzante sensación de vacío que, si uno no está atento, lo llena de angustia, haciendo que las lágrimas que brotan de los ojos no le dejen ver que el alma no se fue sino que está sentada al lado esperando para salir a conocer la vida.
- No entiendo muy bien... que... ¿qué es el alma?
- Ah, claro. No es un término para vos familiar. El alma es más fácil nombrarla que definirla. También se le dice ánima (por el latín), que es una palabra más bella para comprender el concepto, a mi modo de ver. Ánima, animado... lo que te hace mover, lo que te impulsa... No vives si no te animas.
- mmm comprendo. Parece tener relación con lo que escuché decir una vez a otro hombre que andaba por aquí:.”La gente que dice 'no estar de ánimo' se asemeja mucho a una bolsa de papas.” Nunca entendí muy bien qué había querido decir.
Azul se ríe.
- ¿Entonces vos viniste aquí y no allá porque te trajo tu alma?
- No lo se con precisión. Mientras estaba allá arriba sentada en el Salto, mirando al vacío (término paradójico ya que prácticamente ves todo) me preguntaba qué pasaría si yo no estuviera allí. Y me surgió la necesidad de no estar en dónde se supone que debería estar. La necesidad de ser anónima, de disolverme en la inmensidad del “no-camino”, de, simplemente, no estar.
- y sin embargo estás acá.
- Exacto. Estoy acá porque vos me ves acá y porque yo se qué me hallo en algún lugar. Pero no porque deba estar. Estoy acá por el simple hecho de dejarme llevar por el paisaje y caminar, trepar por las piedras donde no hay sendero, reptar entre las plantas, mirar hacia arriba y subir, buscar exactamente lo que voy encontrando, porque cuando la meta no está señalada todos los lugares son llegada, partida y estadía. Ninguno predecible, ninguno pretendido por sobre otro.
Azul hace una pausa para volver a mirar a su alrededor
- Y hacia arriba dado que siempre hay cumbres, siempre que subas vas a llegar a algún extremo, un punto donde descansar y recargar energía... el conocido “efecto punta”. Energía que alimenta al alma.
- Qué ideas raras tienes...
- … dependiendo del punto de vista... -se ríe como si tuviese un cómplice implícito en esa frase - ¿y vos? Todavía no me dijiste porqué estás por aquí y no volando en aquella cumbre.
- Tengo miedo a las alturas.
- Vamos... es absurdo. Las aves no pueden tenerle miedo a las alturas.
- Puede que tengas razón, puede que no. Puede que mi miedo sea real, o puede mi miedo ser una excusa para venir aquí.
- Seguimos en lo mismo. ¿Por qué querrías venir aquí?
- Porque a mi alma le gusta encontrarse con gente como vos.