martes, 25 de abril de 2017

Vos, abismo.

Me gusta caminar por la cornisa
para ver a dónde no he caído
todavía
para sentir
el vértigo,
ese que Kundera dice
que es querer saltar
y nunca hacerlo.

Mirar el fondo,
mirar tan fijamente
y creerse allí tirado,
agonizando.

Me gusta caminar por la cornisa
o tal vez no lo disfruto.

No se si es la cornisa o el pasado,
en algún momento perdí la perspectiva,
ya no se lo que es atrás,
lo que es el centro,
lo que es arriba,

Mi vértigo pretérito
de haber perdido el empujón
y ahora estar flotando a la deriva
y no en el fondo
viviendo con el aguaviva.

¿Por qué te sigo hablando, amor
si nunca fue tu amor lo que quería?


¿Por qué lo que era abismo antes
hoy es, en algún punto, supremacía?

Más vale que te vayas, cornisa,
no te quiero,
los años me hacen vieja
y necesito un piso firme
para andar
sin caer,
sin tambalear,
sin estar perdida.