Quiero que escuches
cada uno de los pasos
silenciados
que arden en las rocas todavía,
en el Lugar de Cráneo
donde Adán fuera hombre,
al norte del monte Sión,
allí en el mismo sitio del rescate,
cordero en sacrificio
donde mueres a diario
porque siempre hay un viernes que te espera
para morir de nuevo
dentro de otras miradas y otros pasos
transformados en huesos.
¿Con cuántos sacrificios se cargará el calvario
donde los Barrabás son indultados
y ese niño que ansía ver la vida
ocupa tu madero
y carga con los clavos en los tarsos
porque el pueblo que dicen que elegiste
detectó en su mirada la fuerza del demonio?
No han sido más que viernes estos días.
Silvia Long-Ohni
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