miércoles, 25 de abril de 2007

a veces somos otra vez los mismos siempre


[...]
Algo, que ciertamente no se nombra

con la palabra azar, rige estas cosas;
otro ya recibió en otras borrosas
tardes los muchos libros y la sombra.

Al errar por las lentas galerías
suelo sentir con vago horror sagrado
que soy el otro, el muerto, que habrá dado
los mismos pasos en los mismos días.
[...]


JLBorges

martes, 24 de abril de 2007

grises

Llueve en el balcón que da al patio...



David Lanz - Leaves on the Seine



Yo me quedé mirándote la espalda mientras te ibas, pero no te diste vuelta ni un instante. Me hubiese gustado saber en qué pensabas, porqué caminabas tan tranquilo. Intenté explicarte muy rápidamente todo lo que no te dije desde aquel principio, pero sólo lo pensé (una vez más).
La tarde era muy gris como tus grises y las nubes como el humo de mi cigarrillo. Mientras vos te alejabas, por la vereda de enfrente se saludaban rápidamente los vecinos y una chica se preocupaba por su pelo despeinado, tal vez por la humedad que había dejado la lluvia de la madrugada. Era otoño en los árboles y en las caras de la gente, todo el escenario de la calle se describía tan triste como las historias que surgían en él.
Cuando vos doblaste en la esquina yo estaba tan distraida que se me escapó mi perro Orfeo (me acuerdo cuánto te quejaste porque le puse ese nombre). Estas cosas ya las conozco, así me senté en el escaloncito de la puerta, Orfeo tenía mucho que oler antes de que pudiera negociarle su retorno a la casa.
Esos son los momentos en que de alguna forma te suena un tema muy triste en tu cabeza, todo lo gris del día (que ya dije) se vuelve gris en la vida. Gris. Ese color que no dice nada realmente, pero que al final es todo eso que no se puede decidir. Ni siquiera se si todavía me duele que te vayas, pero se siente como si algo me hiciera(s). Yo me preparo bien para esos momentos, ya sabía que sería así, que te irías como siempre, que incluso no te girarías a mirar para mi lado, que tu vida es así, que sos así... y a mí qué. Yo tengo tantas cosas, tanto por qué ser feliz, tantas cosas por qué morir... pero ¿es real esto? ¿Alguien está seguro de que todo esto que aprendí con el tiempo sirve de algo? Tal vez cuando te amé fué más real que mi presente y mi vida. Y ni siquiera lo recuerdo bien. Hoy es un vago recuerdo, unas imágenes y algunas palabras que guardo, sin quererlo, o sin querer quererlo. Tendría que aceptar que lo único que me queda es hacer lo de siempre, seguir para adelante, con fé en algo que no está atrás. Aceptar... ¿cuestionar? no. Cuánto más quiero entender más vacía me siento.

Orfeo no quiso entrar, así que caminamos. Esperé que algo me encontrase, (incluso vos), algo que pudiera sacarme de este pensamiento tan triste (tan gris) del que yo no quería salir por mi cuenta. Caminaba sin pensar en nada, pero esto acá, esto allá, por este lugar ya había pasado alguna vez con vos... y aunque no me importaba, me acordaba. Y es tan molesto recordar cuando no se quiere!
Por suerte un par de cuadras adelante me encontré a mi hermana, volviendo del trabajo, así que caminamos juntas hasta casa, me distraje bastante... cuando llegué era hora de salir, así que seguí, como siempre... y después seguí encontrando gente y me hacían dejar de pensarte...

Pero no es tan fácil escapar, no es tan fácil olvidar, por eso te escribo. Porque siguen estando momentos como este en el que cuando me doy cuenta estoy pensando en vos. Pero si me los quedo yo no sirven para nada. Y si te lo digo a vos no te importa. Por otra cosa también te escribo, porque es muy probable que nunca te de este papel. Y es porque ya no te quiero.