sábado, 17 de febrero de 2007

algun final por allí en el medio


"-¿Quieres hacerme creer que te mató el ahogo, Juan Preciado? Yo te encontré en la plaza, muy lejos de la casa de Donis, y junto a mí también estaba él, diciendo que te estabas haciendo el muerto. Entre los dos te arrastramos a la sombra del portal, ya bien tirante, acalambrado como mueren los que mueren muertos de miedo. De no haber habido aire para respirar esa noche de que hablas, nos hubieran faltado las fuerzas para llevarte y contimás para enterrarte. Y ya ves, te enterramos.
- Tienes razón, Doroteo. ¿Dices que te llamas Doroteo?
- Da lo mismo. Aunque mi nombre sea Dorotea. Pero da lo mismo.
- Es cierto, Dorotea. Me mataron los murmullos.
<>>
-Sí, Dorotea. Me mataron los murmullos. Aunque ya traía retrasado el miedo. Se me había venido juntando, hasta que ya no pude soportarlo. Y cuando me encontré con los murmullos se me reventaron las cuerdas. Llegué a la plaza, tienes tu razón. Me llevó hasta allí el bullicio de la gente y creí que de verdad la había. Yo ya no estaba muy en mis cabales; recuerdo que me vine apoyando en las paredes como si caminara con las manos. Y de las paredes parecían destilar los murmullos como si se filtraran de entre las gretas y las descarapeladuras. Yo los oía. Eran voces de gente; pero no voces claras, sino secretas, como si me murmuraran algo al pasar, o como si zumbaran contra mis oídos. Me aparté de las paredes y seguí por mitad de la calle; pero las oía igual, igual que si vinieran conmigo, delante o detrás de mí. No sentía calor, como te dije antes; antes por el contrario, sentía frío. Desde que salí de la casa de aquella mujer que me prestó su cama y que, como te decía, la vi deshacerse en el agua de su sudor, desde entonces me entró frío. Y conforme yo andaba, el frío aumentaba más y más, hasta que se me enchinó el pellejo. Quise retroceder porque pensé que regresando podría encontrar el calor que acababa de dejar; pero me di cuenta a poco andar que el frío salía de mí, de mi propia sangre. Entonces reconocí que estaba asustado. Oí el alboroto mayor en la plaza y creí que allí entre la gente se me bajaría el miedo. Por eso es que ustedes me encontraron en la plaza...


Fragmento de Pédro Páramo (Juan Rulfo)

viernes, 16 de febrero de 2007

...violeta.

No me puedo dormir. No me puedo dormir. Hey! en serio, no puedo dormirme. Mejor despertate y conversamos hasta que me venga el sueño. Bueno, por lo menos haceme creer que me estás escuchando. Mirá ahí en la pared, hay un bicho raro caminando. Si, puede ser que sea una mancha. Mmm, una mancha voladora. Voy a abrir la ventana para ver si se va. Huy no, se llenó la habitación de mosquitos. No te preocupes, dicen que si te dormís no te pican. Mejor me voy a hacer un té a la cocina, sirve para conciliar el sueño, aunque para mí es porque es tan aburrido tomarte un té que te terminás durmiendo. Ya me está dando sueño la idea. De todas formas a esta altura ya no me puedo dormir. Tengo los ojos abiertos como un sapo. Tal vez como a uno que lo pisó un camión, je. Me pasa siempre. Me pongo a pensar sandeces y termino inventando alguna historia. En serio, se me ocurren cosas re buenas. Pero nunca me da ganas de levantarme a escribirlas. Ya hubiese editado un libro si no. Jeje, bueno, si te reís entonces me estás escuchando. Casualmente esta noche no se me ocurrió nada. Quería una buena historia, una sencilla, que tenga pocos personajes, tal vez en un pueblito medio muerto, o mejor una ciudad cualquiera, donde haya muchas historias y cada habitante tenga muchas suyas. Algo asi... Y no se, quizás un personaje principal, que se sienta especial, pero triste en algun modo, como si algo no lo convenciera... ¿Se te ocurre algo a vos? Puede ser, un encuentro casual en un carnaval, con su mamá que no conocía, o porqué no una chica que trabaja en un bar y alguien le deja poemas en la mesa... Cosas así, porque yo quiero que el personaje se sienta un Don Nadie pero a la vez un Don Todo para sí mismo, como esas personas que salen a la calle y se desesperan porque la gente no sabe lo que ronda en su cabeza, y le pasan por al lado como si nada... Algo como eso. Y que al final le ocurra algo, algo loco, (porque es un cuento) que encuentre una casa de enanos, o de tortugas ninja, o esqueletos. No, mejor que de un momento para otro se quede muda, como La Sirenita. Pero sin esa moraleja tonta. Que sea una moraleja al revés. Que cuando quiera contar algo, se le desvanezca todo, que se de cuenta de que lo que viene y lo que pasó pueden ser distintos. Que no tiene que andar arrastrando nada. O aún mejor, que en realidad lo que viene no se puede pensar como al pasado, que todo lo que pudo acomodar, clasificar, ordenar en su cabeza y en sus cosas, no respetan unas leyes para nada. Que no hay una fórmula, una ecuación. Mmm. Creo que te enredé las ideas, si no me entendiste decime. Yo por ahí me engancho y no me doy cuenta si no me estoy expresando bien. Se me ocurría algo así como el arcoiris. Una cuestión de luz, del espectro electromagnético, una cuestión de rayos que el hombre clasificó como colores, que podemos ver desde el rojo hasta el violeta, pero el violeta no es el último realmente, es el último en lo que podemos ver, pero a la vez es el límite inicial de lo que no podemos ver, ultravioleta, un poco más allá, algo distinto y nuevo, algo que te hace ver aunque un arcoiris es algo hermoso, no es el todo. ¿se entiende?...¿estás despierta?