jueves, 13 de diciembre de 2007

un día de éstos


Cualquier día de la semana, en primavera, en mi casa, a las 5 de la tarde de un día soleado, con algunas nubes, muchos árboles muy verdes que se ven por la ventana, a veces leyendo, a veces tocando el piano, a veces escuchando La Tempestad, de Ludwig van Beethoven. (En este caso, el tercer movimiento). De éstas situaciones veo que es fácil sentirse feliz

lunes, 26 de noviembre de 2007

Las Cárceles Inventadas


Caminando

Fue un instante extraño en el que me pareció normal cambiar de rumbo, en un instante de esos en los que la seguridad se para mucho más arriba que la interpretación, y entonces cualquier cosa se vuelve un acto totalmente realizable y poco enjuiciable. Era un momento como esos en el que sentís que el viento, el mismo viento de las cuadras anteriores, es una refrescante brisa hecha para dar el salto. Momentos en los que se te asoma una sonrisa a penas esbozable, de esas que insinúan pero no delatan nada porque realmente no estás seguro de que haya algo que esconder, aunque así te sentís. Una mezcla de feliz con relajado, de fresco con 'recién despierto'... Cambié el rumbo en ese instante mismo en el que me sentía la más importante de la escena, y no por tener la atención de todos sino porque nadie me estaba mirando, porque todo al rededor seguía su curso y cualquier movimiento que yo hiciera sería tal y como yo lo esperaba y nadie podría alterarlo, ni alterarme por ello. El momento mismo en el que sentía el control, el timón mismo de mi vida.

Giré a la izquierda en vez de seguir derecho y aflojé el paso, y fue en el instante subsiguiente en el que vi que el cielo de esa calle estaba negro, casi negro y también gris, amorfo, desteñido, no se parecía a ningún cielo de tormenta ocasional, porque parecía pintado, robado de alguna pintura de Piranesi. Pero yo iba caminando desconcentrada, sumergida en una nube de pensamientos difusos, inconexos, que no me dejaban salir de la mente, pensamientos que se apropiaban de casi toda mi cabeza menos de la lucidez, pensamientos de ésos que te atrapan por minutos, horas o instantes (cómo saberlo) pero cuando quieres pensar en qué estás pensando (casi recursivo), se escapan, se borran, se deshacen irreversiblemente.

Caminaba casi instintivamente, y no noté que en la vereda impar de esa cuadra se estaba incendiando un edificio antiguo, mucha gente gritando y corriendo, bomberos, todo un despliegue que casi se entremezclaba con un choque de autos en la esquina siguiente, donde los cuerpos de las víctimas saltaban a la vista de quien pasara incluso no tan cerca. Yo seguí mi paso mirando al piso con las manos en los bolsillos y escuché el ruido de una explosión de una fábrica cerca mío, miro al costado y veo los pedazos todavía en el cielo y una nube negra fusionándose con todo mi alrededor.

Unas cuadras más adelante me encontré con unos soldados a punto de fusilar a unos que, según escuché, eran enemigos del sistema o del gobierno. Me detuve a mirar, y cuando estuvo hecho, seguí adelante... para ver también cómo un grupo de ecologistas enardecidos liberaban a los animales de un zoológico que se alteraban por los gritos de la gente que corría por los animales alterados (que se alteraban con los gritos de...). Entonces ahí me apresuré un poco, y fui sintiendo un calor muy intenso que parecía venir de la lava que llegaba desde atrás de unas casas donde se podía ver un volcán en actividad, pero por suerte no llegaba hasta mi calle en la que andaba. Vi también estrellarse un avión contra una torre inmensa, aprecié la fuerza devastadora de un huracán atravesando la ciudad, y pude comprobar también que con la colilla de mi cigarrillo fue posible provocar un incendio forestal, mientras en la vereda de enfrente una señora muy gorda le tiraba piedras a unos niños que parecían molestarla con su presencia...

El camino me parecía más largo que el habitual, pero no me sentía cansada. Seguí caminando y más adelante vi cómo sacaban el cuerpo ahogado de un niño en la pileta municipal de la ciudad y en el tumulto y la conmoción de las personas vi también cómo unos hombres aprovechaban para llevarse unas carteras de unas señoras que estaban asustadas-sorprendidas-atormentadas. Detrás mío aparecieron unas máquinas que en un segundo demolieron un centro comercial, y todo se llenó de polvillo y casi no veía mi camino pero empecé a sentir agua en mis pies y vi que a unos metros se desmoronaba una represa. Entonces corrí, y cuando estuve cansada me detuve a tomar un poco de aire, justo al lado de una familia que se moría de hambre, los niños casi sin ropa y los huesos que parecían querer salirse de la piel... Busqué algo en mis bolsillos para ayudarlos pero me di cuenta que en mis bolsillos no entraban tantas vidas nuevas para darles. Entonces vi que más adelante había un parque de diversiones y me acerqué en busca de gente más feliz, pero el parque parecía en ruinas y los carritos de la montaña rusa se descarrilaban, y la rueda gigante se desenganchó y se desplomó al costado, sin importar si había gente abajo.

Entonces corrí asustada, y llegué a la esquina de mi casa, y haciendo caso omiso al grito de ayuda de una mujer que había caído a un pozo doblé en la esquina, y llegué a mi puerta. Tomé las llaves que afortunadamente estaban todavía en mi bolsillo, y entré. Por suerte respiré aliviada al ver que en mi casa estaba todo igual, todo ordenado, todo en su lugar. Todo, excepto yo...

lunes, 22 de octubre de 2007

todo lo que necesitas es amor

Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo que retiñe. Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada. Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada.
El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
El amor no pasará jamás.

1 Corintios 13, 1-8a

domingo, 30 de septiembre de 2007

OPUESTO

Un vaso roto en el piso,
sube hasta la mesa,
rueda hacia el centro,
se levanta,
se llena del agua que moja la mesa,
la mesa se seca,
el viento se escapa hacia la ventana,
la ventana se cierra.
¿Pasa igual con vos?

viernes, 28 de septiembre de 2007

SIMETRÍA

No te conozco,
tus pasos se acercan,
tus manos me toman,
mis labios se mojan con tu boca,
mi alma se inquieta,
tus labios se alejan,
mi alma se aquieta,
mi boca se seca,
tus brazos me sueltan,
tus pasos se alejan,
no te conozco.

sábado, 1 de septiembre de 2007

algo en el aire...


Despertar y sentir que empiezo de nuevo, con los mismos miedos pero sin el cansancio de la noche...

jueves, 16 de agosto de 2007

As it happens

Nacer, Crecer, Rutina, Morir
Despertó y estaba muerto. Estaba frío y su corazón ya no latía. Volteó a decírselo a su esposa.
-Estoy muerto, morí mientras dormía.
-Oh!, perdóname, yo también dormía, no te escuché morir.
Se levantó, fue al baño y se afeitó. Se cortó varias veces, pero no sangró, estaba muerto.
Era hora de ir a trabajar, aun muerto tenia responsabilidades que cumplir.
Rechazó el desayuno que solícitamente su esposa le había preparado. No tenía hambre, estaba muerto.
El colectivo llegó a la misma hora, como cada día los últimos veinte años. En su camino por abrirse paso entre la agolpada multitud de gente, que como él, contaba los minutos y las cuadras que los separaban del siguiente día, igual al anterior; su mano se encontró con otras, estaban frías. También estaban muertos.

RodrigoB

lunes, 13 de agosto de 2007

Ella

Encontrarte allí fue algo mágico místico casual, y si no va ninguna de esas tres palabras entonces alguno diría que fue el destino. Yo prefiero no creerlo. De una u otra forma allí estabas, y yo estaba allí también, quién iba a decir que yo estaría aquella noche o cualquier otra en un sitio como ese ( o como otro de esos) en donde sólo encontrás sociedad, o mejor dicho, lo que yo tanto aborrezco, sociedad amontonada. Y quién (acaso el mismo) iba a decir que yo te encontrara, te aceptara, y conversara con vos que aquella noche en aquél lugar tenías el pelo tan prolijo, el perfume tan dulce, la remera con esa frase tan a la moda y las zapatillas tan caras...

Pero dígalo quién quiera, yo fui al boliche por casualidad o mejor dicho por cumpleaños de Juanita (supongamos), y luego de pelear con mis prejuicios, mis convicciones y mis amigos, entré, caminé, bailé, me amontoné, me cansé y me senté. Lo que no fue raro es haberme sentado en un lugar que teóricamente estaba ocupado. Jeje. Me acuerdo que vi la silla liberarse y me senté de espaldas a vos, y a la tercera vez que me repetiste lo que habías dicho comprendí que tus palabras decían algo de una chica y de un baño. Claro... “perdón, perdón, no me di cuenta. Cuando vuelva me levanto”. Las palabras fueron aceptadas ergo se me escaparon otras tras otras tras otras tras otras más.

Me acuerdo que te reíste mucho de mí, y viceversa. Me acuerdo que llegó la chica medio borracha y con una amiga escoltándola, saludaron y se fueron. Me acuerdo la canción que te sabías de memoria. Me acuerdo que mentiste un poco sobre vos e inventaste (correctamente) sobre mí. Me acuerdo que te rocé la mano sin querer e inconcientemente la corriste. Me acuerdo que inmediatamente corregiste tu actitud tímida y me rozaste la mano para desafiarme silenciosamente y desencadenando sucesos paralelos y totalmente ajenos a la conversación (que aparentemente no se enteraba). Me acuerdo la hora en que me tuve que ir. Me acuerdo cuánto me salió el taxi por volverme sola. Me acuerdo todo.

El domingo posterior al sábado correspondiente a tales sucesos me levanté riéndome de mí por la noche tan descabelladamente distinta y rara a todas mis noches. Ese día lo dediqué (entre otras cosas) a descubrir las infinitas diferencias que me separan (tan rotundamente) de personas como tu persona. Ejercicio mental que siempre me gustó hacer, ya que yo siempre fui tan decidida con mis ideas sobre la gente, sobre gente como vos, para ser más exacta. Enumeré de hache a be, de uno a ene, de mayúscula a minúscula, de rojo a violeta, de fin a principio y de intermedio a algo más, cada lógica y obvia razón por la que yo (YO) no me enamoro de un chico como vos (VOS!).

Por supuesto! Fácil me resultaba pensar sin conocerte.

Pero el día terminó y empezó otro, y te encontré de nuevo, y de nuevo acá, y de nuevo allí (otro cumpleaños) y... te conocí, y... me enamoré.

Y encontré tantas cosas en común.. Y descubriste tantas cosas en mí... Y entonces algunos decían que el destino nos unió, y yo me reía, y vos me abrazabas, y yo me inquietaba un poco por vergüenza y otro por tonta (sobre todo esto último). Y pasamos primaveras floreadas y olorosas, tardes merendadas y noches abrigadas.

Pero como buen cuento de hadas en una tierra sin hadas en algún momento se traspapeló el final feliz.

Y entre un YO que al final era un 'yo' y un VOS tan VOS, tan grande, tan especial, tan aparentemente incompatible conmigo. En una vuelta de hoja te perdí paso y me perdiste rastro.

En años la gente se puede esfumar y volver a fumar, dejar de fumar, engordar o embarazarse. Eso creo que me pasó a mi, pero de él, ni idea. Me imagino que es feliz.

Seguro que ella es una hermosa mujer, que sabe quererte en inglés, alemán y ruso. Seguro que ella

tiene dos apellidos, una sonrisa impecable y una sencillez que únicamente combina al lado tuyo. Ella seguro que sabe conversar contigo, que no dice estupideces y que no se enoja al pedo, seguro que se ríe a la par tuya y no te molesta (demasiado), te llama justo en el momento indicado y se aleja exactamente hasta el punto en que vos corrés a buscarla. Ella es perfecta, ella es lo que vos merecés, con ella sos feliz, ella es ELLA y vos sos VOS. Ella es todo lo que yo siempre quise haber sido para merecer estar al lado tuyo..

Ella es la que te va a hacer pensar al fin porqué te habías enamorado de mí, ella es la que me va a hacer pensar porqué te dejé, porqué te perdí.

martes, 12 de junio de 2007

la luna no siempre es la misma...

Llegó la oscuridad de un martes de junio, no se bien cuál es exactamente, pero trajo atrás muchas impresiones del día. Entro a mi casa, vacía y sin luz. Vacía y sin luz mi casa, vacía y sin luz yo. Voy a la cocina, preparo unos mates. Capturo imágenes. Uno, el vapor que sale del termo destapado. Dos, mi tortuga en una caja de zapatos. Cero, los árboles marrones y los árboles verdes de este otoño cerca del río, hoy martes, hace unas horas. Tres, cuatro, llaves, escalones en el patio. Cinco, mi cabeza en el reflejo del vidrio de la puerta. Cinco, coma, cinco coma cerouno, hay flashes en mi cabeza. Fibonacci, una espiral dibujada en un diario en un bar en una película. Pi. Seis, (menos seis), es un pizarrón pentagramado y unas gentes, una persona al lado mío, que me mira. De a ratos, sonríe. Estoy cantando un tema, Tres Agujas, a él no le gusta, o al menos eso dijo. Tengo un cajón acá en el escritorio donde escribo, pero pienso un rato y no descubro cómo puedo guardar el día ahí. Nunca se me ocurre bien qué hacer con lo intangible. Miro fijo la pared blanca. Aparece otra vez en mi cabeza una espiral, pero en la pared. Estiro la mano y no está. Nuevamente lo intangible se me escapa. Pienso que podemos partir de un punto, y avanzar en espiral, años, segundos, no importa, en cualquier momento existirá una forma de volver al centro sin tocar el camino realizado, andado. ¿Es posible? Lógico... Cero, uno, uno, dos, tres, cinco, ocho, trece... Ya sabemos cómo seguir huyendo, pero ahora es momento de saber cómo regresar. Me vuelven las imágenes, y este texto sin punto y aparte. Imagen siete, el fuego en el cigarrillo encendido. No importa. Me paro, me levanto de la silla y me voy. Retomo la meditación. Si vuelvo sobre mis pasos no toco mis memorias pasadas, pero toco las imágenes. Retoco las escenas. No me sirve. Un violín comienza una escala, sube, para. El arco vuelve sobre las cuerdas y los dedos vuelven hacia atrás. Desciende la escala, y en el aire están las ondas viejas, y las nuevas. Ya no es el mismo si bemol. No como al principio. Mejor me voy, con esto no estoy llegando a ningún lado.

lunes, 4 de junio de 2007

ticking away...


Hay un tiempo para todo y un tiempo para cada cosa bajo el sol.
Un tiempo par nacer y un tiempo para morir,
un tiempo para plantar y un tiempo para arrancar lo plantado;
un tiempo para matar y un tiempo para curar,
un tiempo para demoler y un tiempo para edificar;
un tiempo para llorar y un tiempo para reir,
un tiempo para lamentarse y un tiempo para bailar;
un tiempo para arrojar piedras y un tiempo para recogerlas,
un tiempo para abrazarse y un tiempo para separarse;
un tiempo para buscar y un tiempo para perder,
un tiempo para guardar y un tiempo para tirar;
un tiempo para rasgar y un tiempo para coser,
un tiempo para callar y un tiempo para hablar;
un tiempo para amar y un tiempo para odiar,
un tiempo de guerra y un tiempo de paz.
Eclesiastés 3, 1 - 8

lunes, 28 de mayo de 2007

historia del día de hoy

Llegó, se sentó, se paró, lo pensó y se acostó.
Muy cansado de caminar y sentir frío, pensaba que las cosas nunca giraraban para su lado. No tenía cigarrillos, pero sí una botella de fernet en la cocina. En este hombre grande los vicios no eran importantes cuando las razones de la vida se habían desgastado tanto contra el tiempo.

Cuando el amor infecta
cada centímetro cúbico del cuerpo,
todo se mueve distinto,
cambia el sentido.
Cuando el amor se deforma
es cuando estamos perdidos
bajemos los brazos que no tiene sentido,
olvidemos,
dejemos...


Le gustaba cantar siempre el mismo tema. No le interesaba la música, solo un par de frases en las cual se encontraba confusamente sambullido. Tarareaba por la calle bien despacito. Parecía hacerle bien.

olvidemos,

dejemos,
ninguna ruta se parece,
no existe ningún lugar.
Cuando el amor infecta...

Le parecía mejor no pensar en amor, estaba seguro de que las cosas terminaban teniendo gusto a nada y valía más un mate y una ventana en la cocina mientras no llegaba la llamada de trabajo y la comida tenía que esperar. L'amour, l'amour... patrañas.
Estaba en una ciudad en la que a nadie le importa nada, justo el lugar que muchas personas suelen mencionar cuando maldicen. (Le parecía interesante escuchar cómo las personas a veces podían despreciar años de ir viviendo, en una sola frase.)

Cuando el amor infecta,

tomatelo con calma
a veces es mejor estar enfermo,
y otras es mejor morirse.
Ríete si puedes...

Estaba tirado en la cama con el vaso en la mano pensando qué iría a hacer mañana. Probablemente caminaría hasta el río a pasar la tarde. A veces pasaban barcos. A las siete de la tarde más o menos el sol contra las cascadas formaba arcoiris. Además podría sacar algún pescado para comer.

Ríete si puedes

cuando las cosas no te salen
como querías,
creeme que eso es mejor
a que no te importe
cómo van a pasar las cosas
y ni siquiera sentirte triste,
ni sentirte vivo.

Bueno, este hombre, del que te cuento, siguió su curso. Supongo que a nadie le importa, él no se preocupa por eso. No importa ni si tiene nombre. De qué te vale seguir leyendo, si al fin y al cabo no voy a decirte nada, las palabras se las lleva el viento.

miércoles, 25 de abril de 2007

a veces somos otra vez los mismos siempre


[...]
Algo, que ciertamente no se nombra

con la palabra azar, rige estas cosas;
otro ya recibió en otras borrosas
tardes los muchos libros y la sombra.

Al errar por las lentas galerías
suelo sentir con vago horror sagrado
que soy el otro, el muerto, que habrá dado
los mismos pasos en los mismos días.
[...]


JLBorges

martes, 24 de abril de 2007

grises

Llueve en el balcón que da al patio...



David Lanz - Leaves on the Seine



Yo me quedé mirándote la espalda mientras te ibas, pero no te diste vuelta ni un instante. Me hubiese gustado saber en qué pensabas, porqué caminabas tan tranquilo. Intenté explicarte muy rápidamente todo lo que no te dije desde aquel principio, pero sólo lo pensé (una vez más).
La tarde era muy gris como tus grises y las nubes como el humo de mi cigarrillo. Mientras vos te alejabas, por la vereda de enfrente se saludaban rápidamente los vecinos y una chica se preocupaba por su pelo despeinado, tal vez por la humedad que había dejado la lluvia de la madrugada. Era otoño en los árboles y en las caras de la gente, todo el escenario de la calle se describía tan triste como las historias que surgían en él.
Cuando vos doblaste en la esquina yo estaba tan distraida que se me escapó mi perro Orfeo (me acuerdo cuánto te quejaste porque le puse ese nombre). Estas cosas ya las conozco, así me senté en el escaloncito de la puerta, Orfeo tenía mucho que oler antes de que pudiera negociarle su retorno a la casa.
Esos son los momentos en que de alguna forma te suena un tema muy triste en tu cabeza, todo lo gris del día (que ya dije) se vuelve gris en la vida. Gris. Ese color que no dice nada realmente, pero que al final es todo eso que no se puede decidir. Ni siquiera se si todavía me duele que te vayas, pero se siente como si algo me hiciera(s). Yo me preparo bien para esos momentos, ya sabía que sería así, que te irías como siempre, que incluso no te girarías a mirar para mi lado, que tu vida es así, que sos así... y a mí qué. Yo tengo tantas cosas, tanto por qué ser feliz, tantas cosas por qué morir... pero ¿es real esto? ¿Alguien está seguro de que todo esto que aprendí con el tiempo sirve de algo? Tal vez cuando te amé fué más real que mi presente y mi vida. Y ni siquiera lo recuerdo bien. Hoy es un vago recuerdo, unas imágenes y algunas palabras que guardo, sin quererlo, o sin querer quererlo. Tendría que aceptar que lo único que me queda es hacer lo de siempre, seguir para adelante, con fé en algo que no está atrás. Aceptar... ¿cuestionar? no. Cuánto más quiero entender más vacía me siento.

Orfeo no quiso entrar, así que caminamos. Esperé que algo me encontrase, (incluso vos), algo que pudiera sacarme de este pensamiento tan triste (tan gris) del que yo no quería salir por mi cuenta. Caminaba sin pensar en nada, pero esto acá, esto allá, por este lugar ya había pasado alguna vez con vos... y aunque no me importaba, me acordaba. Y es tan molesto recordar cuando no se quiere!
Por suerte un par de cuadras adelante me encontré a mi hermana, volviendo del trabajo, así que caminamos juntas hasta casa, me distraje bastante... cuando llegué era hora de salir, así que seguí, como siempre... y después seguí encontrando gente y me hacían dejar de pensarte...

Pero no es tan fácil escapar, no es tan fácil olvidar, por eso te escribo. Porque siguen estando momentos como este en el que cuando me doy cuenta estoy pensando en vos. Pero si me los quedo yo no sirven para nada. Y si te lo digo a vos no te importa. Por otra cosa también te escribo, porque es muy probable que nunca te de este papel. Y es porque ya no te quiero.

domingo, 11 de marzo de 2007

Marrón (rojo+verde)

Aspiraba todas esas astillas de vidrio que flotaban en el aire, y se reía, se reía de no entender porqué sangraba, su rostro se pintaba hasta envolverla en la locura de yacer en el suelo con la vista nublada y ahogándose con su propia sangre.

Siempre pensaba en lo mismo, otra vez las sirenas retumbando en su cabeza, otra vez el mismo juego de alcanzar esa pluma marrón danzando en el cielo de un campo que nunca vio más que semi-inconsciente, otra vez casi al borde de la muerte excepto por esa mano que otra vez llega y captura sus dedos diciendo “mi pequeña no te mueras esta vez”, y todo pasa pero la misma mano se lleva al cuerpo más amado aunque no importe el amor en este caso porque igual nos vemos otra vez, y se pierde entre la gente, y yo de vuelta a mi lugar donde horas antes me alejaba de esta vida.

Y las palabras corriendo en mi cabeza dando pasos estruendosos llevándome a cerrar los ojos buscando apagarlos, y zas!, la oscuridad de no ver y la imaginación devolviéndome esos rostros infinitos que atormentan mi presente, ojos grandes negros inocentes penetrando el anima sin causa. No los he vuelto a ver pero no dejan de verme así, fijo, profundo...

Del otro lado de la puerta el psicólogo esperando encontrarse con mi libreto para saber qué significa algo que no se yo por qué lo digo, si es un constante vómito de palabras que no entiendo de dónde brotan, y a dónde van...

Se va la misma cara que entró y emitió un saludo casi sin mover la boca, yo repito el proceso pero al revés, y la puerta se cierra entonces y yo vuelvo a mi lugar, en la ventana, nariz contra el vidrio para ver como el aliento se dibuja.

El reloj marcando las 7 todo el día, para esperar siempre la misma hora que es y llorar las horas que no llegan, “te fuiste a las siete” dijo mi otro yo, y no entendí a quién le hablaba, debí soñar despierta alguna historia leída alguna vez...

Se repiten los días, otra vez vuelve la mano y la cabeza que vino junto con ella me dice que no puedo seguir sin comer, que parezco un fantasma. Aunque le sonrío ya se le notan los ojos tristes de no esperar nada, pero no tengo más que una cajita musical rota en mi mano para ofrecerle.

Una cajita de música, me hace temblar las manos levemente, no alcanza él a notarlo, yo la miro una vez más y ese cofre de memoria me secuestra de la realidad, yo no me doy cuenta y otra vez estoy flotando en una melodía sin saber a dónde estoy, pero esta ocasión es más efímera porque esa mano me sacude y en mis oídos surge un “¿me escuchás? ¿me escuchás? ¿Qué pensás?”.

Levanto levemente la mirada para indicar “estoy acá”, y “perdoname” con una mueca capaz de pasar por sonrisa a la mirada desatenta de cualquiera, pero él... Él sabe, sabe aún sin quererlo. Yo se que ya no llora y que su mente no intenta ya entenderlo, pero sabe... Sabe de mí, sabe del dolor y sabe qué hacer. No me dice nada, toma la cajita entre sus manos y libera la melodía en el instante, sonríe y se sorprende, reconoce a Schumann en ese sonido metálico interpretando “O Maggio, bell Maggio”...

domingo, 4 de marzo de 2007

Good-bye, blue sky

Did you ever wonder why we had to run for shelter with the promise of a brave new world unfurled beneath a clear blue sky?

sábado, 17 de febrero de 2007

algun final por allí en el medio


"-¿Quieres hacerme creer que te mató el ahogo, Juan Preciado? Yo te encontré en la plaza, muy lejos de la casa de Donis, y junto a mí también estaba él, diciendo que te estabas haciendo el muerto. Entre los dos te arrastramos a la sombra del portal, ya bien tirante, acalambrado como mueren los que mueren muertos de miedo. De no haber habido aire para respirar esa noche de que hablas, nos hubieran faltado las fuerzas para llevarte y contimás para enterrarte. Y ya ves, te enterramos.
- Tienes razón, Doroteo. ¿Dices que te llamas Doroteo?
- Da lo mismo. Aunque mi nombre sea Dorotea. Pero da lo mismo.
- Es cierto, Dorotea. Me mataron los murmullos.
<>>
-Sí, Dorotea. Me mataron los murmullos. Aunque ya traía retrasado el miedo. Se me había venido juntando, hasta que ya no pude soportarlo. Y cuando me encontré con los murmullos se me reventaron las cuerdas. Llegué a la plaza, tienes tu razón. Me llevó hasta allí el bullicio de la gente y creí que de verdad la había. Yo ya no estaba muy en mis cabales; recuerdo que me vine apoyando en las paredes como si caminara con las manos. Y de las paredes parecían destilar los murmullos como si se filtraran de entre las gretas y las descarapeladuras. Yo los oía. Eran voces de gente; pero no voces claras, sino secretas, como si me murmuraran algo al pasar, o como si zumbaran contra mis oídos. Me aparté de las paredes y seguí por mitad de la calle; pero las oía igual, igual que si vinieran conmigo, delante o detrás de mí. No sentía calor, como te dije antes; antes por el contrario, sentía frío. Desde que salí de la casa de aquella mujer que me prestó su cama y que, como te decía, la vi deshacerse en el agua de su sudor, desde entonces me entró frío. Y conforme yo andaba, el frío aumentaba más y más, hasta que se me enchinó el pellejo. Quise retroceder porque pensé que regresando podría encontrar el calor que acababa de dejar; pero me di cuenta a poco andar que el frío salía de mí, de mi propia sangre. Entonces reconocí que estaba asustado. Oí el alboroto mayor en la plaza y creí que allí entre la gente se me bajaría el miedo. Por eso es que ustedes me encontraron en la plaza...


Fragmento de Pédro Páramo (Juan Rulfo)

viernes, 16 de febrero de 2007

...violeta.

No me puedo dormir. No me puedo dormir. Hey! en serio, no puedo dormirme. Mejor despertate y conversamos hasta que me venga el sueño. Bueno, por lo menos haceme creer que me estás escuchando. Mirá ahí en la pared, hay un bicho raro caminando. Si, puede ser que sea una mancha. Mmm, una mancha voladora. Voy a abrir la ventana para ver si se va. Huy no, se llenó la habitación de mosquitos. No te preocupes, dicen que si te dormís no te pican. Mejor me voy a hacer un té a la cocina, sirve para conciliar el sueño, aunque para mí es porque es tan aburrido tomarte un té que te terminás durmiendo. Ya me está dando sueño la idea. De todas formas a esta altura ya no me puedo dormir. Tengo los ojos abiertos como un sapo. Tal vez como a uno que lo pisó un camión, je. Me pasa siempre. Me pongo a pensar sandeces y termino inventando alguna historia. En serio, se me ocurren cosas re buenas. Pero nunca me da ganas de levantarme a escribirlas. Ya hubiese editado un libro si no. Jeje, bueno, si te reís entonces me estás escuchando. Casualmente esta noche no se me ocurrió nada. Quería una buena historia, una sencilla, que tenga pocos personajes, tal vez en un pueblito medio muerto, o mejor una ciudad cualquiera, donde haya muchas historias y cada habitante tenga muchas suyas. Algo asi... Y no se, quizás un personaje principal, que se sienta especial, pero triste en algun modo, como si algo no lo convenciera... ¿Se te ocurre algo a vos? Puede ser, un encuentro casual en un carnaval, con su mamá que no conocía, o porqué no una chica que trabaja en un bar y alguien le deja poemas en la mesa... Cosas así, porque yo quiero que el personaje se sienta un Don Nadie pero a la vez un Don Todo para sí mismo, como esas personas que salen a la calle y se desesperan porque la gente no sabe lo que ronda en su cabeza, y le pasan por al lado como si nada... Algo como eso. Y que al final le ocurra algo, algo loco, (porque es un cuento) que encuentre una casa de enanos, o de tortugas ninja, o esqueletos. No, mejor que de un momento para otro se quede muda, como La Sirenita. Pero sin esa moraleja tonta. Que sea una moraleja al revés. Que cuando quiera contar algo, se le desvanezca todo, que se de cuenta de que lo que viene y lo que pasó pueden ser distintos. Que no tiene que andar arrastrando nada. O aún mejor, que en realidad lo que viene no se puede pensar como al pasado, que todo lo que pudo acomodar, clasificar, ordenar en su cabeza y en sus cosas, no respetan unas leyes para nada. Que no hay una fórmula, una ecuación. Mmm. Creo que te enredé las ideas, si no me entendiste decime. Yo por ahí me engancho y no me doy cuenta si no me estoy expresando bien. Se me ocurría algo así como el arcoiris. Una cuestión de luz, del espectro electromagnético, una cuestión de rayos que el hombre clasificó como colores, que podemos ver desde el rojo hasta el violeta, pero el violeta no es el último realmente, es el último en lo que podemos ver, pero a la vez es el límite inicial de lo que no podemos ver, ultravioleta, un poco más allá, algo distinto y nuevo, algo que te hace ver aunque un arcoiris es algo hermoso, no es el todo. ¿se entiende?...¿estás despierta?

martes, 2 de enero de 2007

(índigo)

La niña dormida. Silencios. La habitación en una casa inmensa. El sol a penas en la ventana. Luz. Las pantuflas en el piso. Calor. Ahora ella moviéndose. Ella, blanca. Ella, pálida. Ella, fría como el mercurio. Las escaleras caracol hasta la planta baja. Un pie, el otro. Despacio. Tiempo, el reloj en la pared de abajo. La tierra en todos los rincones de la casa, en la puerta del patio. La mañana afuera, contra las plantas. Las manos siempre delante de ella. La baranda recorriendo el jardín, y sus dedos aferrados. Las rosas al final. Las rosas y su aroma fresco, ella detenida ante el olor. Sus manos apretando el tallo, su piel rasgándose con las espinas. Ella mordiéndose los labios. Dolor. Sangre. Gotas contra el piso, sangre resbalando por sus brazos flacos. La baranda otra vez, pasos hasta la puerta del patio. Planta baja, escaleras, planta alta. Una larga hilera de gotas en el piso. Otra habitación, una cama, su madre. La enfermedad, agonía, sueño profundo sobre la cama, las flores secas en el florero. La niña sigilosa. Las flores nuevas, donde las flores viejas. La niña viva, ciega, las múltiples marcas en las manos.